Hablamos con Andy Arguindegui, diseñadora de marca y miembro del equipo de Tutrup para resolver las dudas en torno a las entregas que se hacen al cliente relacionados con el diseño. Muy a su estilo, nos lleva por estos intercambios con algunas preguntas claves a la hora de cada parte del proceso.
Aprobaciones
“Y se puede probar la rayitas que tiene el primero en el segundo? Capaz si la haces un poco más gruesa y le pones la tipografía del primero puede quedar re bueno”, algunas de las frases más comunes en este tipo de situaciones.
“Ok, si, puede quedar bueno, todo puede quedar bueno. Porque sabemos que el diseño es muy subjetivo. Y lo que para uno está buenísimo para otro puede no estarlo. Y si el cliente es fanático del rojo y su marca no tiene rojo seguramente no le guste. El tema es que a veces hay que correr a un lado los gustos personales cuando estamos diseñando una marca”, comentó Lauro. Aquí algunas de sus preguntas clave:
- ¿El diseño comunica lo que queremos decir?
- ¿Sabemos qué queremos decir?
- ¿Sabemos a quién le vamos a hablar?
- ¿Sabemos cómo es ese público, edad, género, lo que le gusta?
“Miles de veces me pasa que presento un trabajo con 2 propuestas de marca y el cliente quiere “meter mano”. Que es súper válido probar o ajustar algunas cosas. Pero cuando empezamos a mezclar propuestas, colores, tipografías y elementos seguramente la idea original de lo que esa propuesta quería comunicar se pierda”, agregó la publicista.
Nada es casualidad
Pensamos en “ese” color. Pensamos en “esa” tipografía (la elegimos muy metódicamente, porque cada estilo comunica algo). Pensamos en “esa” forma, en las líneas, en los trazos. Y antes de pensar todo eso estamos pensando y teniendo en cuenta lo que la marca quiere comunicar.
Es por eso que Sí, se puede probar la propuesta 1 con una mezcla de la 2 y un agregado y otra prueba y otra prueba. Lo que sucede generalmente es que esa propuesta que estaba planteada para que cada elemento comunique algo y haga sinergia con los demás elementos pierda fuerza y de repente empiece a comunicar otra cosa. Por eso nunca hay que perder de vista el “qué” más allá de las mil pruebas que se puedan hacer.